martes, 30 de diciembre de 2014

Hace mucho que no escribo, o que no existo. Hace mucho que solo siento frío, el invierno se alojó en mi corazón hace tanto que ni lo recuerdo. Hace mucho que lloro por cada vez que río. Hace mucho que te echo de menos, y a mi por cómo era contigo. Hace mucho que dejé de creer en princesas y príncipes, quizá, nunca llegué a tener clara la idea de un final feliz con un príncipe perfecto, porque todos los tíos que han pasado por mi vida, de un modo u otro, fueron sapos que besé y no se convirtieron en otra cosa.

Hace mucho que no escribo, y no lo entiendo. Las palabras salen con las lágrimas, pero, quizá mis ojos se han hartado de llorar y no sueltan el pequeño desahogo salado que me da las alas con el bolígrafo. Hace mucho que no soy feliz, simplemente estoy, aprovecho pequeñas oportunidades, pero no puedo jactarme de ser una persona con suerte, por lo que dichas oportunidades son casi inexistentes.

Hace mucho que no escribo, y que no duermo. Duermo lo mínimo, no recuerdo lo que sueño. Puede que sea porque para tener sueños, es necesario tener aspiraciones. Supongo que carezco de cualquier aspiración en la vida y me conformo con no molestar al resto de personas que sí pintan algo en esta locura de mundo.

Hace mucho, muchísimo, que no soy yo. O quizá, simplemente no sé quién soy. Sencillamente, igual no soy nada.